A veces ocurre en el aula. Otras, en un supermercado, en una fiesta o incluso en casa. Todo parece estar bien, hasta que no lo está: el niño se tapa los oídos, grita, se bloquea, se tumba en el suelo o estalla sin aviso aparente.
¿Qué ha pasado? ¿Es un berrinche, una rabieta? No. Probablemente es una sobrecarga sensorial.
Las personas con TEA procesan el entorno de forma distinta. Esto significa que lo que para ti puede ser un simple ruido de fondo, una luz de techo o una etiqueta en la camiseta, para alguien con autismo puede ser un estímulo insoportable.
La sobrecarga sensorial ocurre cuando el cerebro recibe más información sensorial de la que puede gestionar al mismo tiempo. Es como si se encendieran todos los focos, los altavoces y los olores al máximo… y no pudieras apagarlos.
Cada persona lo manifiesta de forma distinta, pero algunos signos comunes son:
No es manipulación. No es “un espectáculo”. Es un mecanismo de defensa.
Sí, en muchos casos:
Queremos dar herramientas reales a familias, centros y entornos públicos para que la sobrecarga sensorial no sea vista como una crisis inexplicable, sino como lo que es: una respuesta legítima a un entorno hostil.
Si educamos desde la empatía, el mundo no tiene por qué ser tan ruidoso.
A veces ocurre en el aula. Otras, en un supermercado, en una fiesta o incluso en casa. Todo parece estar bien, hasta que no lo está: el niño se tapa los oídos, grita, se bloquea, se tumba en el suelo o estalla sin aviso aparente.
¿Qué ha pasado? ¿Es un berrinche, una rabieta? No. Probablemente es una sobrecarga sensorial.
Las personas con TEA procesan el entorno de forma distinta. Esto significa que lo que para ti puede ser un simple ruido de fondo, una luz de techo o una etiqueta en la camiseta, para alguien con autismo puede ser un estímulo insoportable.
La sobrecarga sensorial ocurre cuando el cerebro recibe más información sensorial de la que puede gestionar al mismo tiempo. Es como si se encendieran todos los focos, los altavoces y los olores al máximo… y no pudieras apagarlos.
Cada persona lo manifiesta de forma distinta, pero algunos signos comunes son:
No es manipulación. No es “un espectáculo”. Es un mecanismo de defensa.
Sí, en muchos casos:
Queremos dar herramientas reales a familias, centros y entornos públicos para que la sobrecarga sensorial no sea vista como una crisis inexplicable, sino como lo que es: una respuesta legítima a un entorno hostil.
Si educamos desde la empatía, el mundo no tiene por qué ser tan ruidoso.