El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es uno de los términos más conocidos… y a la vez más malinterpretados. Se habla mucho de autismo, pero todavía se confunde con enfermedad, con aislamiento, con genialidad extrema o con una infancia silenciosa.
Por eso, desde La Guía Azul, queremos explicarlo de forma sencilla, cercana y sin tecnicismos, para que cualquier persona, tenga o no relación directa con el autismo, pueda entenderlo y respetarlo.
El TEA es un trastorno del neurodesarrollo que afecta principalmente a tres áreas:
Pero cada persona con TEA es diferente. El término "espectro" significa exactamente eso: una amplia variedad de manifestaciones, combinaciones y grados de apoyo necesarios.
No es una enfermedad (no se “cura”).
No todos son “genios” ni tienen talentos extraordinarios.
No todos tienen discapacidad intelectual.
No es fruto de las vacunas (un bulo peligroso).
No es una moda ni un invento de la educación moderna.
Es una forma diferente de procesar el mundo.
Es una forma distinta de aprender, de sentir, de relacionarse.
Es una condición con la que se nace y que acompaña toda la vida.
Es una realidad que requiere comprensión, apoyos y respeto.
Cada caso es distinto, pero algunas señales comunes (especialmente en la infancia) pueden ser:
Dificultad para establecer contacto visual.
Rechazo al contacto físico.
Retrasos en el lenguaje o uso atípico del mismo.
Intereses muy marcados y repetitivos.
Necesidad intensa de rutinas y estructura.
Hiper o hiposensibilidad sensorial (a sonidos, luces, texturas…).
Importante: estas señales no son diagnóstico. Solo un profesional especializado puede evaluar con rigor y confirmar o descartar el TEA.
Hablar con pediatra, orientador escolar o psicólogo.
Solicitar valoración por equipos especializados.
Buscar apoyo en asociaciones como ASTEAMUR, FAUM, ASTRADE, etc.
Empezar cuanto antes: la detección precoz marca la diferencia.
Queremos romper el ruido, el miedo y los prejuicios. Entender el TEA es el primer paso para convivir con él.
No hace falta ser experto, basta con estar dispuesto a mirar, escuchar y aprender.
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es uno de los términos más conocidos… y a la vez más malinterpretados. Se habla mucho de autismo, pero todavía se confunde con enfermedad, con aislamiento, con genialidad extrema o con una infancia silenciosa.
Por eso, desde La Guía Azul, queremos explicarlo de forma sencilla, cercana y sin tecnicismos, para que cualquier persona, tenga o no relación directa con el autismo, pueda entenderlo y respetarlo.
El TEA es un trastorno del neurodesarrollo que afecta principalmente a tres áreas:
Pero cada persona con TEA es diferente. El término "espectro" significa exactamente eso: una amplia variedad de manifestaciones, combinaciones y grados de apoyo necesarios.
No es una enfermedad (no se “cura”).
No todos son “genios” ni tienen talentos extraordinarios.
No todos tienen discapacidad intelectual.
No es fruto de las vacunas (un bulo peligroso).
No es una moda ni un invento de la educación moderna.
Es una forma diferente de procesar el mundo.
Es una forma distinta de aprender, de sentir, de relacionarse.
Es una condición con la que se nace y que acompaña toda la vida.
Es una realidad que requiere comprensión, apoyos y respeto.
Cada caso es distinto, pero algunas señales comunes (especialmente en la infancia) pueden ser:
Dificultad para establecer contacto visual.
Rechazo al contacto físico.
Retrasos en el lenguaje o uso atípico del mismo.
Intereses muy marcados y repetitivos.
Necesidad intensa de rutinas y estructura.
Hiper o hiposensibilidad sensorial (a sonidos, luces, texturas…).
Importante: estas señales no son diagnóstico. Solo un profesional especializado puede evaluar con rigor y confirmar o descartar el TEA.
Hablar con pediatra, orientador escolar o psicólogo.
Solicitar valoración por equipos especializados.
Buscar apoyo en asociaciones como ASTEAMUR, FAUM, ASTRADE, etc.
Empezar cuanto antes: la detección precoz marca la diferencia.
Queremos romper el ruido, el miedo y los prejuicios. Entender el TEA es el primer paso para convivir con él.
No hace falta ser experto, basta con estar dispuesto a mirar, escuchar y aprender.